Sorry, no English this time/yet.
Después de sólo tres entradas a principio de año no sé cuánto me va a durar este nuevo intento de llevar un blog, de modo que he decidido no ceder a la tentación de renombrarlo como “Buscándome la vida”, en consonancia con el tema que ahora mismo llama mi atención, y con el que sí he concedido titular esta entrada y otras próximas (espero).
En fin, por poner unos breves antecedentes: chico en busca de trabajo de informática (yo) tiene en mente cambiar a una ciudad con más oportunidades si llegada una fecha no ha conseguido nada que le satisfaga. Por otra parte, chico licenciado en Bellas Artes suspende oposiciones para docencia y se asocia con chico con pretensiones de cineasta para uno buscar trabajo en Madrid como artista/diseñador 3D y otro terminar su carrera universitaria allí.
Ni la pareja conocía los planes del uno (bueno, en realidad sólo él los conocía) ni viceversa. Así que hablando se enteran y la asociación acoge a un nuevo miembro. Esto repercute en un mejor ánimo para todos en relación con el difícil paso que se disponían a dar.
Sin embargo, poco después de dicha alianza vendría una mala noticia: el universitario vio truncadas sus esperanzas cuando no le fue concedido el traslado de expediente. A pesar de ello, intentó encontrar alguna fórmula que le permitiera seguir adelante con la aventura, pero no fue posible. En ese momento, las dudas corroyeron a los otros dos exploradores; cada uno sabía lo que quería, estaba decidido pero, ¿también lo estaría el otro?
Por supuesto que lo estaba, y pronto se pusieron al día y fijaron una fecha, a menos de un mes de distancia, en la que partirían en busca de su destino. Ahora cada uno tendría que hacer acopio de recursos para dar el salto en la fecha decidida, y si bien su contacto no fue tan estrecho como debiera, finalmente lo tuvieron todo a punto, y el día 21 de octubre de 2008 cogieron el autobús que les llevaría al inicio de una nueva etapa en sus vidas.
LOS PRIMEROS PASOS
La idea era simple: nos íbamos un martes, y en tres días esperábamos tener un piso propio para, la semana siguiente, empezar a buscar empleo “a jierro”. Mientras tanto, ese fin de semana que quedaba por medio, Jacinto se consolaría durante unos días por no haber podido venir con nosotros.
El sí que se lo montó bien: el viaje a Madrid lo hacía en mi coche, con nuestra mudanza (mientras que nosotros llevábamos lo justo para unos días), y el martes iba a Marsella a estar una semana con Maleni, que le pagaba el viaje de avión, de modo que él sólo tenía que preocuparse de comer y del viaje de vuelta desde Madrid a Sevilla. Y encima iba a ver un concierto gratuito de The Cure, y aun así el tío se quejaba porque el finde antes de que llegara se perdía otro de Arctic Monkeys.
Volviendo a lo nuestro, nosotros dos viajábamos en autobús hasta Madrid. Normalmente para en Écija y en Guarromán solamente, pero el conductor de éste debía tener completo de Labordeta y paró en la mitad de los pueblos de Andalucía. Llegó incluso en una ocasión a salirse de la autovía para, inmediatamente, dar media vuelta a una rotonda, recoger a una vieja en la puerta de una venta, terminar de dar la vuelta completa a la rotonda e incorporarse de nuevo a la autovía. Entre eso, y una película hiperlarga de Kevin Costner sin voz en la que no pasaba nada hasta la tercera hora, el viaje fue bastante tedioso.
En fin, una vez allí nos quedábamos en casa de nuestro colega Jotse, y después en caso de hacer falta con José Luis. Digo en caso de hacer falta porque no creíamos que fuese necesario, ya que nos las prometíamos muy felices con eso de encontrar piso. Sin embargo, pronto se nos cayó la venda de los ojos cuando todos los pisos por los que preguntamos antes de salir de Sevilla pedían un año de contrato, ya que es lo mínimo que la ley exige para alquilar un piso completo. Así que nos vimos compartiendo piso.
Lo peor de todo era que no queríamos separarnos, y teníamos que encontrar algún piso con dos habitaciones libres. Si a eso le sumamos que todo el mundo en Madrid busca para compartir o alquilar chicas jóvenes trabajadoras y no fumadoras, no lo teníamos nada fácil.
Pero bueno, pronto tuvimos una lista de varios números de teléfono a los que llamar para ir a ver pisos, gracias a algunas webs que conocíamos, y a otras que nos aconsejaron Jotse, Juanma y Gaizka (los compañeros de piso del primero).
Lamentablemente, no sólo tenemos que agradecerles el conocer esas páginas web, sino que en los días que pasamos con ellos nos sumergieron en un océano de frikismo youtubero que, entre otras cosas, nos condenó desde el primer día a sufrir esta pesada carga en nuestra cabeza por el resto de nuestros días:
Lo siento, ahora tú también estás condenad@.
En fin, hicimos una selección de anuncios, algunos con teléfono, otros esperando contestación por e-mail, y rezamos porque algunos de los pisos estuviera bien, la gente con la que lo compartiésemos molara y, sobre todo, que no estuviese en el quinto huevo.
Alguno lo estaba, pero bueno, necesitábamos un sitio para guardar la partida por las noches antes de que llegase nuestra mudanza, o nos veríamos de okupas en casa de colegas por tiempo indefinido.
En la próxima entrega: Buscando Madridguera.