lunes, 22 de diciembre de 2008

Buscarse la Vida: Parte VI

Sorry, no English this time/yet.

Todo o Nada


Así son a veces las cosas: o no tienes donde agarrarte, o de repente te sobran las abrazaderas.

Resulta que desde hace casi algo más de una semana tengo noticias de que, tras un proceso que había durado para mí más de tres semanas, por fin en una empresa - cuyo nombre omitiré por respeto a ellos, puede que luego entendáis por qué – se deciden por mí. La cosa aún se alarga unos días más porque antes de entrar a trabajar con ellos debo irme una semana a Londres para pasar algo de formación y adoctrinamiento, y como las fechas son muy malas no se decidían cuando.
El caso es que, cuando por fin me mandan la documentación (una Oferta Laboral vinculante para luego firmar contrato a la vuelta de navidades), empiezan a llamarme de nuevo para hacer entrevistas después de una semana de estar bastante parado.
Yo tenía claro mi plan trimestral de búsqueda de empleo en el que regulaba mi nivel de interés en función de salario y localización del empleo contra tiempo transcurrido en dicho trimestre, y en ese momento me encontraba en un punto en que la gráfica de exigencia en función de situación ya estaba descendiendo vertiginosamente y la de salario estaba asomándose a la cima del precipicio; y como iba seleccionando los procesos de selección en función de dicho plan, cualquier trabajo en el que me aceptaran tendría mi aprobación inmediata.

Sin embargo, ya que me llamaban, no perdía nada por aprovechar el tiempo en dos o tres entrevistas mientras reunía la documentación que necesitaban de mí. En realidad, era más por curiosidad que otra cosa, pues no iba a soltar el pájaro en mano con lo que me había costado atraparlo. Eso sí, mi curiosidad no llegaba a tanto como para perder el tiempo en posibles ofertas peores que la que ya tenía sobre la mesa, así que fui a un par de sitios y rechacé unas pocas entrevistas.
Y para mi sorpresa, aquella oferta para la que me llamaron justo después de que me enviaran la documentación del primer sitio era un proceso que iba a decidirse en cuestión de días. Decidí arriesgar. Dar largas dos días máximo. Pero en esos dos días ya había hecho dos entrevistas con ellos y la empresa de empleo que me había buscado ese proceso me estaba soplando que tenían intención de contratarme. Arriesgué un poco más.
Así que es un hecho. No sólo se decidieron por mí en un tiempo récord, sino como están un poco necesitados porque es un momento importante para la empresa (tanto que mañana mismo empiezo a trabajar y no vuelvo a Sevilla por navidades), me ofrecieron un contrato mejor de lo que se veía en un principio y, con todo el dolor de mi corazón - y un acojone bestial porque ahora tengo que llamar a los primeros y si no fuera por el teléfono verían como se me cae la cara de vergüenza -, ahora tengo que llamar a los primeros para decirles que paso de ellos.

Lo más curioso de todo es que prácticamente me ha venido dado. Tengo que agradecer a Page Personnel que un buen día vieron mi currículum en Internet y me llamaron para decirme «Ey, queremos buscarte trabajo», y eso hicieron. El primer proceso no tuvo éxito por poco, pero luego me vienen con este en menos de una semana me encuentro trabajando para Newedge, compañía de servicios financieros número 1 en el mundo
en uno de los edificios más emblemáticos de Madrid, la Torre Picasso.

Camera Image

En fin, que mañana es mi primer día. Espero que se me de bien, porque es un pedazo de curro donde voy a hacer muchas cosas, aprenderé bastante y las condiciones no habría podido ni soñarlas en Sevilla, donde va a ser que no se me va a ver el pelo mucho ahora si todo va bien.

Así que el 50% de los objetivos está conseguido. ¡Ánimo Juan Raúl! ¡Tú eres el siguiente!

sábado, 20 de diciembre de 2008

Buscarse la Vida: Parte V

Sorry, no English this time/yet.

Sinvivencia


Sí señor. Cuatro semanas después por fin publico otra entrada. Quizá alguno de vosotros, lectores asiduos (juaz, que fantasías tengo) se pregunte qué habrá sido de nosotros. ¿Quizá hayan encontrado trabajo? ¿Les habrá llegado el facturón del Internet móvil? ¿Habrán encontrado amigos de verdad y dejado de lado los imaginarios y se pasan los días de juerga?
O quizá, como Juan Raúl acaba de llegar a Sevilla para las navidades, ya sepa que no, que la respuesta es sencilla a la vez que paradójica: tenemos Internet gratis. Eso es, el Proyecto Internet Gratis llevado a cabo por el Dr. Alexander Meirinheimer ha tenido éxito; ahora nos conectamos a las redes inalámbricas que tenemos alrededor, y el tener Internet disponible 24/7 hace que uno no tenga tiempo para publicar un Blog de Internet. Irónico, ¿verdad? Pero es que hay cosas mucho más interesantes que hacer en La Red: descargarse juegos y programas, ver series online, chatear con conocidos, ligar por el Tuenti o el Badoo, etc. Adivinad cuáles de esas cosas hace cada uno de los dos.
Bueno, el caso es que yo he estado pasando de escribir nada durante estas tres semanas como Juan Raúl ha pasado de hacerlo desde el principio. Así que esta entrada del blog debería tener mucho más contenido que las demás. En cambio, paradoja común en estos casos, probablemente pase al contrario. Pero claro, eso yo nunca lo sé hasta que termino de escribir, y para entonces podría borrar la última frase porque ya sabría la longitud de la entrada, pero como me da rabia deshechar cosas que he escrito paso. En fin, al asunto.

La última vez que publiqué antes de ahora pretendía hablar de la convivencia en casa, o más bien de la ausencia de ella; de ahí el título. Y es que de relación con las colombianas poca.
Al principio nunca estaban en casa, así que era hola y adiós. Después ya empezaron a parar más por aquí y de hecho el número de habitantes de la casa ha crecido. Para empezar, Sandra nos pidió como favor que se quedara una amiga suya en su habitación con ella que necesitaba un lugar para empezar a establecerse en Madrid. En principio a nosotros nos parecía bien. De hecho, nosotros pasamos cuatro noches en casa de Jotse mientras buscábamos un sitio. Así que como realmente nos daba igual pues como si se quedaba un mes o incluso dos. Va camino, porque ya va un mes y medio.
Y luego Lina nos dice que a ver si una amiga suya puede quedarse en su habitación unos días porque esta mujer pensaba volver a Colombia y terminaba ya el alquiler de su piso. Pues vale, sin problemas. Bueno, de eso hace ya casi lo mismo que de lo de la otra, y un par de detalles fueron casualmente omitidos:

  • - Tiene una hija de seis años.
  • - Tenía que hacer una mudanza.

    Qué bonito era cuando Lina nos dijo que Adriana (su amiga) tenía una tele muy grande que iba a tirar si no la podíamos traer. Pringado de mí, me presto con mi coche para traer el armatoste y me encuentro que en realidad quieren mover todo lo que tienen.
    Pero bueno, como es interesante el que te deban favores, allí estaba yo junto con Juan Raúl (después de decirle que me echara una mano porque vaya lo que me había caído) ayudando en la mudanza. Casi nos deslomamos con el televisor que luego ni cabía en el pseudomueble del salón y lo hemos tenido que dejar en el suelo. Encima se ve fatal y nos faltan nada menos que Cuatro y LaSexta porque la instalación del salón es un truño.
    En fin, que el piso se llenó de cosas hasta que ellas pudieron ir organizándose.



    Eso sí, el salón también ha quedado algo más acogedor.


    Pues eso, que somos seis en casa (porque Lina se ha ido con su novio Gustavo mientras le paga la habitación a Adriana). Y enlazando con Gustavo ya el tema de la convivencia, exceptuando que la primera semana de vivir allí nos fuimos de gratis a una discoteca del centro en la que éste trabaja, y no sólo fuimos sino que estuvimos en la zona VIP y bebiendo también gratis, ése ha sido el atisbo de relación más grande que hemos tenido. Conocernos un poco y luego volver al día a día.
    Y el día a día es que estas mujeres cuando llegan a casa van directamente ha sus habitaciones, que hasta almuerzan y cenan allí a unas horas extrañísimas (comiendo a las 12:30 o 13:00 y estando ya cenadas y acostadas para las 20:30 o 21:00), y hola y adiós y pocas típicas conversaciones intrascendentes. A excepción de Carmenza (la amiga de Sandra) con la que Juan Raúl sí habla a menudo y se cuentan sus cosas, eso es todo.

    Sobre todo Sandra, tiene un punto de absurdo de llegar a reprocharnos coger el detergente de Lina, como si cuando Lina nos dijo ahí está el detergente y así se pone la lavadora realmente quisiese decir «Mirad mi detergente qué bonito es, ¿verdad? Quizá vosotros podáis encontrar uno igual de chulo». En fin, que por la cuenta que me traía me callé de soltar la broma de «No me digas que llevas dos semanas sin limpiarte el culo sólo porque el papel higiénico lo he comprado yo». Y es que eso es de un subrealismo que no puedo con eso. Que del principio dijeran que nosotros nuestras cosas de comer y ellas las suyas, dividiendo el espacio de almacenamiento y tal, tiene un pase aunque no era nuestra idea, pero esto ya…
    Así que aunque es un poco absurdo eso y querer hacer una limpieza general cinco días a la semana, un día cada uno que para eso somos cinco adultos, como realmente nos da igual, pues vale. Hay que mantener intactos los puntos ganados para usarlos cuando a uno realmente le convengan. Puntos como los de la mudanza o como, hace unos días, Sandra llama a Juan Raúl para pedirle que Carmenza no se entere de que ha habido un hombre en su habitación. Espero que Carmenza no aprenda a mirar mi blog en Internet, o Sandra perderá la faceta generosa que ha ganado desde que vimos a ese tío en casa y que no veíamos desde que nos hizo arepas y yo, genio de mí, como me las dejaron hechas y no sabía como era ni me dejaron instrucciones, mezclé las tortas con el revuelto de huevos y el chocolate caliente por encima. Me ganaría la enemistad de Sandra si Carmenza se enterase por mi blog y también la de esta última por leer que parece una plañidera hablando siempre con un tono mezcla entre "me duele la tripa" y "hay qué pena más grande y qué desgraciada soy"; menos mal que desde que tiene un trabajo parece estar más animada.

    Y hablando de tíos en casa, he nombrado a Gustavo, el novio de Lina, y no he dicho nada más de él que su trabajo de seguridad en Sweet. El tío nos cayó bastante bien, a pesar de que la primera vez que nos vimos marcó un poco su terreno y nos enteramos de un par de cosas que nos animaban a no ser nunca sus enemigos ni por descuido, como cuando nos dio la mano no apretando fuerte, sino con un movimiento incisivo que hizo que esa especie de pellejo que hay en el espacio entre el índice y el pulgar casi se corte por la mitad (necesitáis una demostración física, que contado no es tan impactante); o como cuando nos dijeron que los anteriores compañeros de piso de Lina, que eran unos energúmenos que le debían dinero a ella se libraron de una manta de palos porque bajaron en un ascensor mientras Gustavo subía en el otro, o cómo heroicamente recuperó una llave de la casa que éstos se habían quedado.
    Bueno, que aparte de estas descripciones genéricas del carácter de cada uno, poco más puedo decir porque casi es como si no viviéramos juntos.

    Otras Peripecias


    En cuanto a otras cosas que hayan pasado y que aunque no tengan nada que ver con el título de esta entrada debería contar por el tiempo que ha transcurrido… Pues que después de ir a un tercer concierto en tres semanas he decidido que voy a tener que aguantarme porque no puedo gastar tanto dinero, que hemos seguido saliendo con Jotse y Cía y frikeando como siempre, que hemos manipulado un cadáver, que hemos tenido muchas visitas, que no tenemos trabajo aún…

    ¿Cómo? Ah, sí, eso, hemos manipulado un cadáver, lo más normal del mundo, ¿no? ¿Ninguno de vosotros ha hecho algo tan común?
    Pues eso, que comiendo con José Luis en su facultad bajamos a su taquilla porque él me había traído algo desde Sevilla y, ya que estábamos, nos pusimos bata y guantes y fuimos a que nos enseñara esas, en palabras de una compañera suya, «putas cosas que tienes que cortar, y tal». Así que entramos en la sala de disección donde algunos alumnos estaban preparando la práctica siguiente.
    Era una habitación con un montón de mesas llenas de cadáveres con un montón de cortes y gente con bata profanando dichos cuerpos que antaño fueran personas de carne y hueso. Ahora parecen muñecos de plástico muy bien hecho, si bien algunas partes como las piernas podrías venderlas como carne de pollo y nadie se daría cuenta a simple vista. Tened cuidado con lo que compráis.
    El caso es que José Luis nos estuvo enseñando como es realmente el cuerpo humano y estuvimos toqueteando nosotros un poco también. No entro en detalles porque no sería lo suficientemente didáctico, así que os emplazo a la Wikipedia si realmente queréis aprender. Como sé que no queréis precisamente aprender, sólo os cuento las cosas morbosas, como que estuvimos apretando un pulmón en nuestras manos, que tenía el corazón del tamaño del de un caballo, al igual que el pene que tenía cortado por la mitad, que a Juan Raúl le dio mucho asco cuando José Luis le apretó un testículo y vio como se rompía una fibra y salían cosas de su interior y a mí cuando empezó a toquetear entre los músculos, venas y arterias del cuello (digo que me dio reparo, no que me salieran cosas del interior). En fin, fue una digestión interesante. Y como no se podían hacer fotos de los cadáveres, os dejo esta de José Luis que da el mismo miedo.

    Sí, tienen los ojos rojos porque son demonios con forma humana

    ¿Qué otras cosas más o menos interesantes han pasado? Bueno, en el Puente de la Constitución, si éramos pocos en casa, parió la abuela. Marcos y Lorca vinieron para pasar el puente, Antonio, que viene los viernes a impartir clases de Adobe Flash, se quedó hasta el sábado para enseñarle Flash también a Juan Raúl, y el mismo sábado venía Javi de nuevo, de modo que esa noche nuestro grupo era de seis personas, lo que hacía un total de diez en casa.
    No hicimos gran cosa excepto dormir por la mañana, hacer alguna foto desde la terraza,

    Vista de Madrid desde la azotea de nuestro edificio

    y salir por la tarde y por la noche. Un día fuimos al Museo Reina Sofía (Marcos y yo después de intentar ver la Exhibición de Star Wars pero desistir al ver que íbamos a hacer cola durante dos horas), luego dimos una vuelta por el centro y acabamos visitando los bares de Lavapiés. Al día siguiente, que Antonio ya se había ido, hice de guía turístico para Marcos y Lorca,

    Sí, tienen los ojos rojos porque son demonios con forma humana

    y luego volvimos a juntarnos los cinco y acabamos visitando los bares de Lavapiés (me da a mí que nos están gustando) y comiendo en un restaurante de gente de Bangladesh que tenía buffet libre. Comí tanto que casi me da algo, y luego pagamos cuatro en vez de cinco (picardía sí, delincuencia no; como cuando anoche mismo pagué una lata de coca-cola con 1€ y me dieron de vuelta una moneda de 1€).

    El lunes Lorca y Marcos volvieron a sus insulsas vidas no sin antes hacernos una foto de familia,

    Vista desde la azotea de nuestro edificio

    y cuando Javi también se fue este viernes volvimos a la normalidad, que se resume en levantarnos lo más tarde que nos dejen nuestros compromisos, hacer experimentos culinarios,


    trastear con el ordenador e Internet, ver series (poniéndonos al día en Dexter, Prison Break, The IT Crowd; y empezando a ver Chuck y The Big Bang Theory), visitar al clan del Disfraz de Tigre y bajar al bar de abajo a comer cacahuetes gratis,



    Estos los ojos rojos los tienen por otra cosaEstos los ojos rojos los tienen por otra cosa



    y ya sea en su casa o en la nuestra acostarnos también lo más tarde posible, con lo que hay quien a veces se queda dormido tirado en cualquier parte.


    Y para profundizar aún más en nuestro frikismo, hemos echado una partida de rol de zombies con Gaizka y Juanma. No lloréis por nosotros por eso, hace tiempo que somos un caso perdido. Aunque aún no somos de esos que se quedan echando la partida en lugar de salir a dar una vuelta; espero que no lleguemos a eso, o nos perderemos esas cosas grandiosas que pasan a veces y hacen que una noche un poco insulsa tenga su pizca de gracia.
    El ejemplo vino anoche mismo, cuando tras salir bastante tarde y empezar a andar sin rumbo buscando algún sitio donde meternos, cuando por fin llegamos a uno nos lo van a cerrar y, algo tan simple como que te pidan fuego se convierte en la principal anécdota de la noche.

    Resulta que dos personas nos piden fuego y, junto a ellas, hay otro tío y otra tía comiéndose la boca que parecía que se iban a sacar el alma. Antonio hace una broma al respecto y los dos que nos piden fuego nos dicen "sí, me dicen que ha sido en una película me lo creo, pero en la realidad…". Resulta que estos hombre y mujer que nos hablaban tenían cada uno en la mano la gorra de su respectivo amigo y amiga que, al cruzarse en la calle, simplemente empezaron a enrollarse.
    Nos contaban esto y al principio no parecía que fuésemos a durar mucho allí, pero como llevábamos ya toda la noche bastante propensos a pararnos y no avanzar, sin darnos cuenta nos fuimos quedando allí reescuchando la historia (porque no era más larga que como la he resumido arriba) y conociendo a aquellos dos que estaban allí aburridos sin saber qué hacer, porque tampoco se conocían.
    Y en un momento dado desaparecieron los otros dos y nadie sabía donde estaban. Hasta que, en uno de estos arrebatos fisiológicos que va teniendo la gente a lo largo de la noche, unos y otros fuimos doblando la esquina y viendo dónde habían ido y qué estaban haciendo. Y lo que estaban haciendo al principio era seguir enrollándose, pero en las siguientes micciones (léase misiones) de información fuimos viendo que acabaron haciendo algo más que eso, y en unas cuantas modalidades diferentes.


    Al final estuvimos cerca de una hora con esa gente que no conocíamos, en nuestra opinión dando una excusa al chaval que, o estaba amongolado, o no tenía realmente ninguna intención de enrollarse con la otra, que todos acabamos pensando que se le estaba poniendo a huevo.
    Momentos cumbre fueron los paseos de Juan Raúl y Eva hacia la esquina y volver para mirar qué hacían, las reacciones de la gente que pasaba por allí (es que realmente estaban tan sólo al volver la esquina de una calle de tránsito principal de personas), y cuando los protagonistas de la escena ya se sintieron satisfechos y, un par de minutos después y treinta metros más arriba, cuando ya estamos todos juntos, nos fijamos en que el tío aún se estaba abrochando el pantalón allí en medio, lo que me pareció supercómico.

    En fin, no sé si Antonio tendría razón al decir que eso podía estar pasando simultáneamente en cincuenta esquinas de Madrid, pero ninguno de nosotros había presenciado nunca una historia igual ni en Madrid ni en ninguna parte. Después de esto, ya nunca sabremos lo que nos espera a la vuelta de la esquina. Siento no haber hecho ninguna foto, pero ya que me iniciaba al voyeurismo quería empezar por poco, y además me podrían quitar el AdSense y cerrarme el blog por publicarla.

    Y el siguiente capítulo: Yo qué sé. Ya se me ocurrirá algo.

  •